Alocucion del Presidente de la Republica con motivo de la cena de estado ofrecida en honor del Presidente de la Republica de Azerbaidjan y de la Sra. de Ilham ALIEV.

Alocucion de Jacques CHIRAC, Presidente de la Republica, con motivo de la cena de estado ofrecida en honor de Ilham ALIEV, Presidente de la Republica de Azerbaidjan, y de la Sra. de Ilham ALIEV.

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Paris, 29 de enero de 2007


Señor Presidente,

Señora,

Mi esposa y yo estamos encantados de recibirles en la tarde de hoy, en París. En nombre de todos los Franceses, les deseamos la más calurosa bienvenida.

Esta primera visita de Estado en la historia de nuestras relaciones constituye la ocasión de celebrar la amistad entre nuestros dos países. Una amistad iniciada por su padre y amigo mío, el añorado Haydar Aliev. Permítanme, en la tarde de hoy, asociar su memoria a este solemne instante.

Señor Presidente,

Las relaciones entre nuestros países son aún jóvenes, pero se basan en los vínculos creados, a lo largo de los siglos, por nuestros intelectuales y nuestros grandes escritores.

De entre todos los numerosos viajeros de los bordes del mar Caspio, sin duda alguna ha sido Alejandro Dumas, con su "Viaje al Cáucaso”, quien mejor dio a conocer, en Francia y en Europa, la identidad de sus pueblos. En Bakou, en 1858, Alejandro Dumas quedó marcado por el gusto que tenían sus huéspedes hacia la cultura y la filosofía francesas. Bajo el embrujo de su capital, sucumbió a su tradición poética y a sus grandes nombres, en particular el del ilustre Nizami Gandjavi y de su gran poeta Natavan, quien, según cuentan, le subyugó tanto por su talento como por su increíble belleza.

Con el fin de la Primer República de Azerbaïdjan, los grandes nombres de la intelligentsia azerbaïdjanesa se inclinaron naturalmente hacia Francia. Me refiero en particular a Banine, quien eligió a Francia como segunda patria y compartió su vida de escritora entre Bakou y París. Me refiero igualmente a Alimardanbay Topchibachev, presidente del Parlamento y Jefe de la Delegación azerbaïdjanesa en el Congreso de Versalles y quien escogió Saint-Cloud como segunda residencia.

En 1991, mientras muchos otros permanecían dubitativos, Francia fue, junto a Turquía, la primera en reconocer la independencia de su patria y en transmitirle su confianza.

Después de años de prueba que siguieron a la independencia de su país, su añorado padre supo crear las condiciones para un nuevo auge de Azerbaïdjan. Francia aportó todo su apoyo a sus decisiones estratégicas: la explotación de sus grandes recursos en hidrocarburos en 1994, la construcción del oleoducto Bakou-Tbilissi-Ceyhan y del gasoducto Bakou-Tbilissi-Erzurum. Tales decisiones han permitido que su país registre actualmente uno de los mayores crecimientos en el mundo.

Les dan los medios para responder a las legítimas aspiraciones de sus conciudadanos. Aspiraciones por un mayor progreso económico y social. Aspiraciones igualmente por un refuerzo de las libertades públicas y de la democracia, las cuales garantizarán, a largo plazo, la estabilidad y la prosperidad de su país, tal y como su padre las concibió. Se trata de un camino conforme a la tradición de tolerancia religiosa y de igualdad de su país, y cabe recordar que fue, desde 1918, uno de los primeros en conceder el derecho de voto a las mujeres.

Señor Presidente,

En esta nueva etapa de su historia, Francia está dispuesta a compartir su experiencia nacional y a reforzar su cooperación, en particular en el ámbito del Estado de derecho, para ayudarles a construir una democracia auténtica y una economía moderna y diversificada.

Las empresas francesas desean poner su pericia al servicio de su desarrollo económico. Están dispuestas a participar en la explotación de recursos en hidrocarburos del Mar Caspio del cual Bakou es indudablemente el centro estratégico, así como a invertir y a desarrollar sus actividades en otros sectores.

Ya se trate del medioambiente, de las obras públicas, de la banca, de los seguros o de la industria agroalimentaria, nuestras empresas sabrán responder a las necesidades de su país. Se lo recomiendo, con toda mi amistad.

Compartimos igualmente la ambición de reforzar nuestros vínculos culturales. Tras la exitosa exposición "Bakou París”, en el museo de la Orangerie, en 2004, el proyecto de una gran temporada cultural azeria en Francia permitirá, al público Francés, redescubrir Azerbaïdjan, en particular sus tradiciones musicales, entre las hechizadoras melopeas del mughma, la obra de sus grandes compositores Uzeir Hajibejov y Qaraev, hasta las más recientes creaciones.

Señor Presidente,

Como bien sabe, desde hace diez años, Francia no ha escatimado esfuerzos, en el seno del Grupo de Minsk, para encontrar una solución al doloroso conflicto del Alto Karabagh.

Así se lo hice saber en Erevan y lo reitero ante usted en la tarde de hoy. Francia quiere pensar que ha llegado el tiempo de la paz. Francia quiere pensarlo, en efecto, pues conoce bien el precio de la guerra. Conseguirlo requiere un último paso, ciertamente difícil; un paso que requiere un acto de fe en el futuro de los hombres. Es necesario aceptar y asumir la audacia del movimiento contra la aparente seguridad del statu quo. Este último paso puede y debe hacerse, tanto en Bakou como en Erevan, pues permitirá abrir una perspectiva de luz, de paz y de prosperidad. A este respecto, he observado nuestro acuerdo. Estos son los deseos que formulo para todos los pueblos del Sur del Cáucaso.

Señor Presidente,

Permítame levantar mi copa en honor de Azerbaïdjan, de su pueblo y de su futuro.

Levanto mi copa en su honor, Señor Presidente, en el de su esposa, la Sra. Mehriban Alieva, a quien transmito mi más alta estima. Levanto mi copa a todas las altas personalidades de nuestros dos países quienes, con su presencia en la tarde de hoy, manifiestan su fe en nuestra amistad y en su futuro.

¡Viva Azerbaïdjan!

¡Viva Francia !

¡Y Viva nuestra amistad !.





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