Intervención del Presidente de la República, Jacques CHIRAC.

- Documento de trabajo -

Bruselas, 16 de junio de 2005

Tomo esta tarde la palabra ante ustedes con cierta gravedad, en un contexto difícil para Francia y siendo consciente de las consecuencias que va a tener para el conjunto de la Unión.

El mayoritario voto en contra del Tratado constitucional el 29 de mayo reflejó las expectativas, críticas y preocupaciones del pueblo francés. No cabe duda de que el contexto nacional también pesó en el resultado y en seguida tomé medidas al respecto dando un nuevo impulso a la acción gubernamental. Pero también es cierto que el pueblo francés quiso dar un toque de atención para que Europa funcione de otro modo, para que les escuche más y pueda protegerles más. Como presidente de la República francesa, tengo el deber de tener en cuenta esta nueva situación a la vez que hago hincapié en la voluntad de Francia de seguir desempeñando el papel que le corresponde en la construcción de una Europa política.

En cuanto al proceso de ratificación del Tratado, la decisión francesa es clara y soberana. Pero un país no puede decidir solo cuál va a ser el futuro de un Tratado negociado y firmado por veinticinco. Respetar la democracia también es respetar a los países que han aprobado ese texto y a los que todavía no se han manifestado sobre él en base a modalidades que ellos mismos escojan. Espero que el Consejo pueda tomar una decisión colectiva sobre este punto.

Al mismo tiempo, todos somos conscientes de que hemos entrado en una fase difícil para Europa. Estoy convencido de que Europa conseguirá superar todos estos escollos si nosotros actuamos movidos por el espíritu de unión y de unidad, con la voluntad de responder a los mensajes que nos transmiten nuestros pueblos.

Y debemos responder de forma fuerte, concreta y eficaz. La Unión debe implementar políticas que respondan mejor a las preguntas planteadas por los ciudadanos relativas tanto a su vida diaria como a su vida laboral. Me refiero, en particular, a las inquietudes provocadas por la globalización de los intercambios con su repercusión en materia de empleo, de deslocalización, de inmigración ilegal, etc. Al mismo tiempo, tenemos que ser capaces de explicar mejor donde reside la fuerza del proyecto europeo y las oportunidades que ofrece a cada uno en el mundo del día de mañana.

Los franceses se preguntan acerca de la Unión Europea, de su fin y de su identidad, acerca de sus políticas y, de manera más general, acerca del futuro del proyecto europeo al que dan mucha importancia.

Ellos quieren una política económica que esté más al servicio del crecimiento y del empleo y que respete en todo momento el modelo social europeo. Quieren una acción más decidida en materia de política industrial, de investigación y desarrollo, para conquistar los empleos del día de mañana. Quieren una Europa que pueda tanto valorizar más sus puntos positivos como protegerles, que sepa reaccionar antes en caso de problemas con nuestros socios comerciales.

Por último, quieren que trabajemos con más determinación para solucionar los problemas a los que se enfrentan los jóvenes a los que, por ejemplo en Francia, hay que convencer de la atractividad del proyecto europeo. Concebimos el Tratado constitucional como la respuesta indispensable para permitir a la Europa ampliada funcionar adecuadamente. ¿Puede la Unión Europea seguir ampliándose en esta nueva situación si no tenemos las instituciones capaces de hacer que la Europa ampliada funcione con eficacia? Espero que podamos hablar todos juntos de este importante asunto. Tenemos que hacerlo respetando los compromisos asumidos pero deseosos de mantener la cohesión de Unión.

Así que me parece importante que el Consejo Europeo decida, en base a nuestra negociación de esta tarde, emprender una reflexión para reconciliar a los ciudadanos con el proyecto europeo y colmar el abismo que amenaza con crearse entre Europa y sus pueblos. Francia está dispuesta a respaldar la idea de una reunión excepcional de los jefes de Estado y de Gobierno para abordar estos asuntos de fondo de los que dependen el futuro de la Unión y el de cada una de nuestras naciones.





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