Conferencia de prensa de Jacques Chirac, Presidente de la República, Tras la cumbre Unión Europea-Latinoamérica-Caribe (Guadalajara)

CONFERENCIA DE PRENSA DE JACQUES CHIRAC, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, TRAS LA CUMBRE UNION EUROPEA-LATINOAMERICA -CARIBE

Guadalajara, 28 de mayo de 2004

En primer lugar, gracias a los periodistas franceses que se han desplazado hasta aquí para una estancia muy breve. Sé que es un sacrificio y les doy las gracias por ello. Veo que también hay periodistas de México a los que también quiero saludar cordialmente.

Me centraré sobre todo en responder a sus preguntas ya que todos saben lo que hemos hecho en este encuentro. Esta tercera reunión ha sido muy interesante ya que había mucha gente. Ha sido la primera vez que la Europa ampliada estaba presente y en los pasillos se respiraba muy buen ambiente. A fin de cuentas, la gran ventaja de estas reuniones son los contactos humanos, el hecho de conocer a los hombres y los comentarios al margen de las sesiones oficiales. El resultado ha sido una serie de conclusiones interesantes, bien preparadas, y que todos ya conocen. De manera que no me voy a extender sobre este punto.

Los dos temas que hemos abordado eran significativos e interesantes: multilateralismo y cohesión social. Algunas de las intervenciones que hemos escuchado, especialmente de participantes de Latinoamérica y el Caribe, me han parecido muy interesantes. Desde este punto de vista, los debates o, más exactamente, las intervenciones han sido bastante ricas. La integración regional es un complemento del multilateralismo y ha aparecido con más fuerza de lo que cabía esperar tanto a nivel del Mercosur como a nivel del conjunto andino o del conjunto centroamericano.

Hemos adoptado una declaración que ya han podido ver, de manera que no me voy a extender sobre ella. En particular, pone de manifiesto una ambición, aún por realizar, sobre el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. Hablo de ambición porque la declaración comenta la esperanza de un acuerdo que podría sellarse este año pero que, por el momento, está lejos de concretarse dado que, tras un enorme esfuerzo emprendido por la Comisión Europea, hay que reconocer que tal como están las cosas en este momento –y he podido hablar largo y tendido de ello esta mañana con el presidente Lula-, la respuesta del Mercosur no está a la altura de las propuestas que ha presentado la Comisión. Tendremos que volver a reunirnos para abordar este punto y tratar de llegar a un acuerdo que todos deseamos pero que debe ser un acuerdo equilibrado. Y creo que, en estos momentos, todavía no lo es.

Asimismo, hemos examinado los medios de concretar un espacio común de enseñanza superior entre la Unión Europea y Latinoamérica y el Caribe. Creo que se trata de una idea interesante que merece ser desarrollada. Esto ha sido el grueso de la reunión. Ahora, estoy dispuesto a responder a sus preguntas.

Pregunta.- Señor presidente, creo que en su encuentro con el presidente Lula da Silva, este último ha hecho hincapié en la contradicción, que no es ninguna novedad, entre el discurso de Francia sobre la generosidad y la multipolaridad y la necesidad de defender intereses propios, especialmente en materia agrícola, que incitan a adoptar un comportamiento proteccionista. ¿Ha podido aclarar esta ambigüedad? ¿Puede hacerlo para nosotros?

Respuesta.- Todos saben que conozco bien al presidente Lula y cuando aborda estos asuntos, lo hace con el talento que sabemos que tiene. Ahora bien, cuando los aborda conmigo, lo hace con media sonrisa porque no es tonto.

Como es natural, en materia agrícola, Francia defiende sus intereses, lo cual es legítimo. Somos el primer productor europeo y un importante productor a nivel mundial. Tenemos intereses y los defendemos. Pero, contrariamente a lo que algunos pretenden, Europa no es una fortaleza. Para empezar, sus ayudas a la exportación se han reducido considerablemente: en los últimos diez años, se han dividido por tres; queda un tercio. Por otro lado, Europa es el mayor importador de productos agrícolas del mundo. Ella sola importa más que Estados Unidos, Japón, Australia y otros países. Somos el primer importador. Se nos puede acusar de muchas cosas pero nunca de proteccionistas. La realidad es que, en el mundo actual, existen cuatro grandes grupos. Está Europa, cada vez menos protegida en materia agrícola. En segundo lugar, está Estados Unidos que no puede siquiera imaginar reducir, incluso ser menos exigente, sobre las considerables ayudas que aporta a sus agricultores y al que le parecería muy bien que Europa desapareciese como productor y exportador, a condición de que él no tenga nada que ver y que a él no se aplique ninguna medida con la que tuviera que reducir las ayudas que presta a sus agricultores. Desde este punto de vista, Estados Unidos no tiene ningún complejo y, aunque se le acusa de ser proteccionista, nadie toma la menor iniciativa para tratar de acabar con esa situación.

Hay un tercer grupo que son los países emergentes. La vocación de esos países es exportar. Brasil es un ejemplo claro de ese grupo de países. Al tener esa vocación exportadora, son partidarios de que Europa atenúe al máximo o suprima sus ayudas a la exportación.

Y por último, hay un cuarto grupo que nadie defiende, salvo Europa y Francia, sobre todo Francia, que son los países pobres que no son países exportadores, que no tienen una vocación exportadora, sino que son países esencialmente africanos y algunos asiáticos, que solo pretenden desarrollar una agricultura de subsistencia.

Cuando quiero irritar al presidente Lula, le digo que no se imagina el drama que representan las exportaciones de pollos brasileños en Senegal. Es un verdadero desastre. Así que también debería tenerlo en cuenta. Pero, evidentemente, los intereses de los países emergentes exportadores de productos agrícolas no tienen nada que ver, incluso chocan totalmente, con los intereses de los países pobres que tratan de desarrollar una agricultura de subsistencia.

Así que, como ven, se trata de un problema muy complejo. Cuando se acusa a Europa de proteccionista, se está cometiendo un error que denota una falta de información. El presidente Lula y yo nos entendemos muy bien y nos "peleamos" un poquito entre nosotros manteniendo siempre el mejor de los climas.

P.- Señor presidente, ¿no existe cierta contradicción entre las buenas intenciones mostradas en esta Cumbre, como la ayuda al desarrollo para el continente suramericano y el Caribe, y las modestas cantidades que al final destina la Unión Europea a la ayuda de este continente y que, en 2003, ascendieron a 350 millones de euros? Y una segunda pregunta si me permite, ¿piensa Francia respetar su compromiso de dedicar el 0,7% de su PIB a la ayuda pública al desarrollo en 2007?

P.- Sobre el compromiso que asumimos para 2007: todos saben que, durante un período, nos situamos en un nivel correcto. De eso hace diez años, cuando llegamos al 0,5%. Posteriormente, la ayuda pública al desarrollo francesa se redujo considerablemente. Se trata de un fenómeno que, de hecho, también han sufrido los británicos, los alemanes y otros. Digamos que hace un par de años empezamos nuevamente a recuperarnos. Asumimos, asumí entonces el compromiso de alcanzar el 0,5% en 2007 y el 0,7% lo antes posible, en torno a 2010. Este es nuestro compromiso.

Personalmente, me esforzaré para cumplir esos compromisos. Es una las prioridades a las que no afectarán las restricciones, las dificultades o los problemas presupuestarios. Nuestra determinación a este respecto es muy fuerte. Dicho esto, no nos hacemos ninguna ilusión: la ayuda pública al desarrollo, que representa en el mundo en torno a los sesenta mil millones de dólares al año, es muy insuficiente para alcanzar los Objetivos del Milenio y reducir la pobreza en el mundo a la mitad. Para 2015, no tenemos absolutamente ninguna posibilidad de alcanzar esos Objetivos manteniendo el nivel de ayuda pública al desarrollo que tenemos actualmente, lo cual supone un grave problema contra el que el presidente Lula y yo nos hemos movilizado.

Para lograrlo, necesitaríamos como mínimo alrededor de cincuenta mil millones de dólares más al año, es decir, multiplicar la ayuda pública e incluso, en realidad, triplicarla si de verdad queremos alcanzar los Objetivos del Milenio en materia de lucha contra la pobreza. Por ese motivo, convencido de que es algo que no se va a hacer y de que la situación presupuestaria de los países no lo permitirá, he indicado que es urgente encontrar otras fuentes de financiación para incrementar la ayuda pública al desarrollo.

De ahí la propuesta de Francia y el Reino Unido, llamada IFF, Iniciativa Financiera Internacional. Es una propuesta interesante pero que, para tener efectos a largo plazo, supone que la propia ayuda pública al desarrollo siga progresando. Ahora bien, la experiencia histórica nos muestra que no siempre es el caso y existe un riesgo. De manera que la IFF, con la que comulgamos plenamente junto a los británicos, es un plus, un progreso, pero insuficiente. Por eso he emprendido un proceso para tratar de definir un nuevo recurso a partir de un gravamen internacional.

Me ha satisfecho mucho comprobar que, por primera vez, el Comité de Desarrollo de la OCDE acaba de reconocer y de afirmar públicamente que ese gravamen internacional es hoy en día necesario. Como saben, he reunido un grupo de trabajo, presidido por el Sr. Landau, en el que participan, en particular, las grandes instituciones financieras internacionales. Me ha entregado un primer informe y me entregará un informe definitivo antes del mes de septiembre que me aportará elementos que poder exponer en el G-8, en Sea Island, muy próximamente, y en la ONU, en la próxima reunión de la Asamblea General. De hecho, veinticuatro horas antes de esta reunión, se celebrará otra, a la que me gustaría poder asistir aunque solo sea unas horas –todo dependerá de mi agenda-, convocada y presidida por el presidente Lula tras nuestros encuentros de Ginebra de hace unos meses, para hablar del problema de la necesidad de adaptar por nuevos medios una ayuda pública al desarrollo claramente insuficiente para alcanzar los Objetivos del Milenio.

Bien. Ha hablado de la ayuda pública al desarrollo destinada a los países latinoamericanos, de la ayuda de la Unión Europea a los países latinoamericanos. No ha habido ninguna queja. Es lo que es, de hecho, es sustancial y tenemos también otras prioridades, a nuestro juicio, mayores, especialmente la de África, a la que la Unión Europea aporta una ayuda nada despreciable.

Les recuerdo que desde 1995, es decir, desde la Cumbre europea de Cannes en la que hubo una fuerte oposición –yo acababa de ser elegido y había asumido la presidencia ya que le tocaba a Francia asumirla-, una fuerte voluntad por parte de algunos socios de reducir su contribución a la ayuda pública al desarrollo mediante el Fondo Europeo de Desarrollo. Tras unas arduas negociaciones, aquello me llevó a aceptar que Francia aumentase su participación para compensar, para que el total siguiese siendo el mismo y para compensar las reducciones de algunos de nuestros socios. Así, en el Fondo Europeo de Desarrollo, la participación de Francia no es del 17%, lo que sería nuestra contribución normal en el seno de la Unión de quince países, sino del 25%. Francia sola asume una cuarta parte. Cuando se habla de nuestra ayuda pública al desarrollo, se olvida que Francia asume sola, desde Cannes, una cuarta parte de la ayuda pública al desarrollo europea.

P.- Señor presidente, sobre Iraq. Ayer decía que la resolución estadounidenses y británica debía mejorarse bastante. ¿Qué está haciendo Francia en este sentido? ¿En caso de que no se mejorase esa resolución, utilizaría París su derecho de veto en el Consejo de Seguridad?

R.- Como ya he dicho, esa resolución constituye una base sólida de discusión. No voy a repetir lo que ya dije ayer, es decir, los puntos que permitirían mejorarla de cara a que los iraquíes sientan realmente que algo ha cambiado y que recuperan su soberanía. Ayer enumeré las diferentes mejoras que habría que hacer a la resolución, de manera que no voy a repetirlas. Hemos abordado hoy este asunto con algunos de nuestros socios, en particular el canciller federal pero también nuestros socios chilenos y brasileños, ambos miembros del Consejo de Seguridad. Nuestros embajadores en Nueva York mantienen una estrecha relación con esos socios, al igual que con nuestros socios argelinos, rusos y chinos y creo que deberíamos poder llegar a una resolución positiva y conveniente.

En un reciente contacto que he mantenido con el presidente estadounidense, me ha dado la impresión de que quiere hacer algo que todo el mundo pueda respaldar. Dicho esto, nosotros queremos algo que sea real, concreto y esperanzador. Eso sí, nuestra actitud no es en absoluto agresiva o algo por el estilo.

P.- Se ha reunido con el presidente colombiano Álvaro Uribe. Me imagino que habrán hablado del dossier Betancourt al que confiere usted gran importancia. ¿Hay alguna novedad? ¿Qué le ha comentado el presidente colombiano?

R.- Naturalmente, ese ha sido el primer asunto que he abordado con el presidente Uribe. Para ser sincero, debo decir que no me ha aportado ninguna información nueva. Hemos vuelto a hablar como llevamos haciendo más de veinte meses, dos años. Tal como me ha señalado, y no tengo razones para no creerle, no tiene ningún elemento que le permita esperar una próxima liberación de la señora Betancourt.

P.- Exactamente dentro de una semana, se encontrará en Normandía. ¿qué mensaje quiere transmitir al pueblo y a los dirigentes estadounidenses?

R.- Un mensaje sencillo. En las circunstancias del 6 de junio, se trata de un mensaje de reconocimiento y, en consecuencia, un mensaje de amistad. Es un mensaje muy claro: Francia no olvida.

P.- ¿Han evocado la situación, tanto política como humana, en Haití?

R.- Lo hemos abordado con algunos socios. Frente a la magnitud de la catástrofe natural que acaba de abatirse sobre Hispaniola, he pedido al ministro de Asuntos Exteriores, el Sr. Barnier, que viajase inmediatamente a la región para ver, para tomar las disposiciones que estime poder tomar y para aportar la solidaridad de Francia. Y es lo que ha hecho. Seguramente ya se encuentre allí. Sí, en efecto, ya está allí. Dicho esto, en el plano político, he transmitido mi agradecimiento al presidente Lula quien va relevar a la fuerza multinacional en beneficio de la fuerza de la ONU, va a tomar el relevo de la acción desarrollada esencialmente por Estados Unidos y Francia. También he dado las gracias al presidente Lagos de Chile, quien va a enviar a seiscientos o setecientos hombres. Brasil va a enviar mil cuatrocientos hombres y a asumir el mando de la fuerza de la ONU. Hemos intercambiado durante largo rato nuestras impresiones. Él quería saber qué opino de la evolución de las cosas.

Debo decir que la presencia del primer ministro, el Sr. Latortue, ha sido muy positiva y, al igual que la impresión que me llevé de él cuando fue a verme a París, creo que ha causado una muy buena impresión a los socios que estaban presentes.

P.- En el seno de la delegación cubana se ha podido sentir cierta voluntad de denunciar a la Unión Europea como cómplice de Estados Unidos, especialmente en algunas acciones, sobre todo en lo que se refiere a la tortura de los prisioneros iraquíes. Quisiera preguntarle a usted, como presidente de un país perteneciente a la Unión Europea y que se opuso a la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos, cual es su postura respecto a Cuba.

R.- La Unión Europea ha asumido una postura respecto a Cuba tras la brutal represión que se produjo hace un año, y tras la que se arrestó a varias personas en condiciones un poco rápidas y, en cualquier caso, sin las garantías mínimas que se pueden esperar de un país que respeta los derechos humanos. También adoptó esa postura tras la simple y pura ejecución de cuatro personas por haber robado un barquito, creo. Bien, la Unión Europea ha adoptado una postura firme sobre esta evolución de Cuba. Y, como es lógico, comulgo totalmente con la postura europea.

Si de lo que habla es del embargo, la Unión Europea y Francia nunca han sido partidarias del embargo en general ni del embargo cubano en particular. De hecho, nunca lo hemos votado en las Naciones Unidas.

P.- Precisamente, quería hacerle esta pregunta: ¿por qué Francia respaldó junto a los demás países europeos la eliminación del párrafo en el que se aludía a la ley Helms-Burton y al refuerzo de las medidas de bloqueo económico contra Cuba? ¿Respaldó Francia esa eliminación del texto y por qué ya que siempre ha estado en contra del bloqueo?

R.- Nos oponemos al embargo. Sobre la ley Helms-Burton, no lo sé. En cualquier caso, no es algo que se hablara a nivel de los jefes de Estado y de Gobierno. ¿Tenía otra pregunta?

P.- Simplemente querría saber si Francia está dispuesta a respaldar la entrada, como miembro permanente del Consejo de Seguridad, de un país latinoamericano y cuál podría ser ese país.

R.- Francia está a favor de reformar las Naciones Unidas, especialmente la reforma que consistiría en ampliar el Consejo de Seguridad, a saber, aumentar tanto el número de miembros permanentes como de miembros no permanentes, para que haya una mayor representación del mundo actual. Dentro de este contexto, es evidente que Latinoamérica debe estar representada en el Consejo de Seguridad. No es cometido nuestro designar quién o quiénes deben entrar en esa ampliación del Consejo de Seguridad. Como se suele hacer en estos casos, Latinoamérica debe concertarse para designar a los que podrían ser miembros permanente o miembros no permanentes suplementarios. ¿Una última pregunta?

P.- Buenas tardes señor presidente. Sobre su reunión con el presidente Uribe, nos gustaría saber si han hablado del tema de una oferta que usted habría hecho hace unos meses sobre la posibilidad de recibir en Francia a algunos guerrilleros si se entablaban conversaciones de paz que podrían desembocar en la liberación de rehenes como Ingrid Betancourt.

R.- Es evidente que Francia, y de forma más general, la Unión Europea pero Francia en particular, harán todo lo posible por facilitar una acción que desemboque en un resultado humanitario, es decir, en la liberación de rehenes en general. Saben que nos preocupa especialmente el caso de la señora Betancourt, pero no es la única. Somos partidarios de que se libere a todos los rehenes. Si este contexto se concretase, lo que, por desgracia, no es el caso en estos momentos, y el gobierno colombiano, dentro del marco de su negociación, pidiese algo a la Unión Europea y a Francia, no puedo decirles cuál sería nuestra respuesta ya que todo dependería del contexto y de los resultados de la negociación en Colombia. Pero no cerramos ninguna puerta.

Gracias.




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