Mensaje de Jacques CHIRAC, Presidente de la Republica dirigida al forum de Paris

Mensaje de Jacques CHIRAC, Presidente de la Republica dirigida al forum de Paris

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Paris, 10 de febrero de 2007


Señora Presidente de la República de Letonia,
Querida Vaira Vike-Freiberga,
Señoras y señores,
Queridos Amigos,

En pocas semanas, Europa celebrará, en Berlín, el cincuenta aniversario del Tratado de Roma.

Cincuenta años. Para la larga historia de nuestro continente, esto sucedió prácticamente ayer, en una Europa aún convaleciente de las destrucciones de la guerra, con una civilización europea estremecida por la absoluta experiencia del Mal, en una Europa dividida, quebrantada y dominada. No olvidemos nunca de dónde venimos.

Cincuenta años. A escala histórica, significa poco. Pero, para Europa, este medio siglo ha sido el de una revolución pacífica. La construcción europea, nacida de la reconciliación francoalemana, ha permitido a nuestro continente superar sus rivalidades históricas y afirmarse como un eje de estabilidad y un modelo para las otras grandes regiones del mundo.

Sintámonos orgullosos de lo que hemos conseguido juntos. Sintámonos orgullosos de esta Europa reunificada pacíficamente en torno a valores de libertad, de solidaridad y de humanismo.

Seamos igualmente conscientes de nuestra responsabilidad. En un mundo aún peligroso, en un mundo que se transforma a una velocidad inaudita, donde ninguna postura está garantizada, Europa no es menos indispensable: al contrario, lo es aún más. Para garantizar nuestra seguridad. Para asumir los desafíos de la globalización. Para preservar nuestra influencia internacional.

Con la creación del euro, con los progresos de la Política exterior y de defensa europea, con la ampliación – que da a la Unión la dimensión crítica respecto a los gigantes mundiales – hemos sentado las bases, a lo largo de los últimos años, de una renovación de la potencia europea.

El rechazo del Tratado constitucional por los pueblos franceses y holandeses ha dejado, sin embargo, el edificio inacabado. Al mismo tiempo, ha revelado los interrogantes que suscita el camino adoptado sobre la construcción europea y la capacidad de una Unión más grande y con mayor diversidad, de cara a dar confianza a sus ciudadanos, en particular a los más frágiles, frente a los grandes desafíos de la globalización.

Los interrogantes expresados por nuestros conciudadanos son legítimos y debemos absolutamente responder a ellos. Por este motivo, con el fin de anudar de nuevo los vínculos de confianza, hemos dado prioridad a la Europa de los proyectos y restablecer el equilibrio entre los objetivos, entre la ampliación y el profundizar.

El cincuenta aniversario del Tratado de Roma debe ser la ocasión para llegar a un nuevo consenso sobre las finalidades del proyecto europeo; un consenso que abre el camino de nuevas decisiones sobre la mejora del funcionamiento de la Unión, pues cada cual puede darse cuenta de la urgencia de la reforma. Para llegar a un nuevo acuerdo, en el período comprendido entre la Presidencia alemana de 2007 hasta la Presidencia francesa de 2008, deberemos, partiendo de los equilibrios encontrados en el proyecto de tratado constitucional, situar, al nivel de nuestras preocupaciones, la exigencia de la democracia.

Más allá de las instituciones, debería primar la puesta en marcha de respuestas europeas a los grandes desafíos de nuestro tiempo: los medios para conseguir una potencia económica, industrial y científica; la demografía; el co-desarrollo y el control de los flujos migratorios; la seguridad energética y el cambio climático; la seguridad alimenticia; la conservación de nuestro modelo social; el diálogo de las culturas y la integración; el crecimiento en potencia de China y de India.

La aventura europea no ha acabado. Acaba de comenzar. Y a nosotros nos corresponde actuar para que este siglo sea el de Europa.

Francia debe acudir a esta cita. De ello depende nuestra seguridad, nuestro desarrollo económico y nuestro lugar en el mundo.

Muchas gracias.





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