Discurso del Presidente de la República en la recepción de Año Nuevo al Cuerpo Diplomático.

Discurso de Don Jacques CHIRAC, Presidente de la República en la recepción de Año Nuevo al Cuerpo Diplomático.

Palacio del Eliseo - 10 Enero de 2006.

Señor Secretario General de la Francofonía, estimado Presidente Abdou Diouf,
Señor Primer Ministro,
Señor Ministro de Asuntos Exteriores,
Señoras y Señores Ministros,
Señoras y Señores Embajadores,
Señoras y señores,
Señor Nuncio Apostólico,

Mucho le agradezco sus palabras, llenas de humanidad y sabiduría. Permítame expresarle mis más sinceros deseos para el nuevo año y rogarle transmita a Su Santidad el Papa Benedicto XVI mi gran respeto y deferencia, así como los mejores deseos del pueblo francés en el inicio de su pontificado.

Guiada por los valores universales de la República, la acción internacional de Francia está animada por la convicción de que es posible conseguir un mundo más seguro y más justo.

Un mundo que sea más seguro y más pacífico gracias a un multilateralismo renovado y eficaz, donde una Europa unida, firme en su identidad y en sus valores, ocupe plenamente su puesto, cuando se afirman nuevos centros de poder.

Un mundo que sea más próspero, controlando la globalización puesta al servicio del hombre y del medio ambiente.

Un mundo que sea también más solidario y más respetuoso para con la diversidad de los pueblos y las culturas, y que sepa no encerrarse en sí mismo.

Nuestros combates contra las nuevas amenazas a la seguridad y estabilidad del mundo, me refiero al terrorismo, que nada puede justificar, la proliferación de armas de destrucción masiva, que conlleva peligros irreparables , deben librarse sin tregua.

Son combates que ganaremos uniéndonos todos y actuando en el respeto del derecho, que es la auténtica fuerza de las democracias. El derecho no es de geometría variable. Se reconoce por tanto a Irán o a Corea del Norte la utilización pacífica de la energía nuclear. Pero la comunidad internacional tiene el deber absoluto de hacer que se respeten los compromisos alcanzados para garantizar la seguridad de todos. Esos países cometerían un grave error si no aceptaran la mano que les tendemos.

En momentos en que tantos conflictos pesan sobre nuestra seguridad, Francia se propone actuar más que nunca para encontrar soluciones, empezando por Europa, donde la amenaza de guerra en los Balcanes dista mucho de haber desaparecido, y donde se percibe el efecto de los conflictos del Cáucaso

Al reconocer la candidatura de la antigua República Yugoslava de Macedonia, la Unión demuestra una vez más que se abre una perspectiva europea tangible para quienes eligen el camino de la reconciliación, de la paz y de la democracia.

Francia se ha comprometido en Kosovo para que un estatuto definitivo, justo y equilibrado permita terminar con los afrontamientos fratricidas. Será una etapa decisiva para Serbia-Montenegro, que debe recuperar su puesto en la región y en Europa.


Francia es amiga de Armenia y de Azerbaiyán, y considera que hay una solución al conflicto del Alto Karabagh. No escatimará esfuerzos, junto a sus socios, para que 2006 sea el año de la paz en esa bella región.

La búsqueda de la paz y la justicia guía también nuestra acción en Oriente Próximo, donde la violencia expande sus efectos desestabilizadores hasta nuestros países, como deja patente la cruel realidad del terrorismo.

El año que acaba de terminar ha despertado la esperanza. Por iniciativa del primer ministro Ariel Sharon, a quien tengo presente, la retirada israelita de Gaza es una realidad. A pesar de las dificultades actuales, no debemos olvidar que dos gobiernos decididos han demostrado ser capaces de aceptar compromisos indispensables. Cuando se celebren dentro de poco los comicios generales, ambos pueblos expresarán su voluntad. Ayudarlos a disipar miedos e incomprensiones para emprender el camino que lleve a ambos Estados vecinos a la paz y la seguridad: ése es el significado del compromiso de la Unión Europea, especialmente en Gaza. Porque dejar pasar esta oportunidad para la paz sería abrir el camino a una cadena de afrontamientos.

Aunque la violencia siga presente en Irak, tenemos la esperanza de que las últimas elecciones conseguirán reunir a los iraquíes en un proyecto nacional. Teniendo presente esta perspectiva, Francia sostiene la iniciativa de la Liga Árabe de organizar el mes próximo una conferencia de concordia nacional en Bagdad. La zona necesita contar con un Irak soberano, democrático, estable y unido.

En Líbano, los instigadores de atentados y los estrategas de la desestabilización tienen que saber que el tiempo de la injerencia y la impunidad se ha terminado. Las resoluciones de las Naciones Unidas deben aplicarse y respetarse plenamente. Esperamos la total cooperación de Siria en los trabajos de la comisión internacional de investigación. También esperamos que el país respete de manera estricta la soberanía libanesa. Su reintegración en la comunidad de naciones depende de su cambio de actitud.

Líbano sabe que puede contar con el pleno apoyo de Francia para llevar a cabo las difíciles reformas internas que requiere la restauración de un país soberano, independiente y democrático. La celebración en Beirut este año de una conferencia internacional sobre la reconstrucción del Líbano, demostrará el compromiso de todos y de la comunidad internacional para lograrlo.

El afrontamiento no es una fatalidad en Oriente Próximo ni en otros lugares: los pueblos de esa región aspiran a cooperar de manera equilibrada con el resto del mundo, respetando al mismo tiempo su historia e identidad. Por eso, nuestra orientación debe ser construir partenariados basados en proyectos comunes. Lo mismo ocurre con los países de África del Norte. Aun cuando surgen nuevos retos, como lo recuerdan las dramáticas escenas de Ceuta y Melilla, deseo que se afirme el proyecto de una nueva solidaridad a ambas orillas del Mediterráneo. Entre una Europa y un Magreb más unidos y solidarios hay espacio para establecer un partenariado excepcional capaz de garantizar la prosperidad, seguridad y estabilidad de la zona geográfica que compartimos. Francia ha empezado a trabajar con Argelia para sellar esa nueva relación de confianza y estabilidad con un tratado de amistad que nos interesa a todos, basado en un espíritu de equidad y apertura.

En África, 2006 debe ser el año en el que se confirmen los logros de los procesos de reconciliación. Varios países han recuperado la serenidad: República Democrática del Congo, Centroáfrica, Togo, Guinea Bissau. En Darfur, Francia sostiene activamente los esfuerzos de reconciliación impulsados por la Unión Africana.


En Costa de Marfil, Francia aporta su pleno apoyo al Gobierno de transición de Charles Konan Banny, a quien felicita por su determinación para reconciliar el país y encontrar una solución definitiva a la crisis mediante la celebración de elecciones incontestables.

Francia está más que nunca al lado de África. Así lo confirmé en la Cumbre de África y Francia en Bamako. Alienta toda evolución positiva, fruto del compromiso nuevo y resuelto de los africanos. Compromiso de la Unión Africana, de las organizaciones regionales, y también de dirigentes que saben asumir sus responsabilidades.
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Un compromiso realista al servicio de la paz necesita también contar con una Europa de la Defensa más fuerte y más decidida. La Unión Europea alcanza ya una nueva dimensión con sus operaciones en los Balcanes, África y Asia. Por primera vez en su historia, dispondrá dentro de unos meses de un Centro de Operaciones en Bruselas. Esa capacidad militar servirá también, como ya lo propuse después del maremoto, para dotar a la Unión Europea de recursos para responder con rapidez y eficacia si se producen catástrofes naturales y situaciones de emergencia humanitaria.

En 2006, la consolidación de los recursos de intervención de la Unión y su compromiso al servicio de la paz son más que nunca una prioridad para Francia. Según mi propuesta, la Unión Europea se prepara para asumir nuevas responsabilidades en Kosovo. También en África, me refiero en particular al apoyo a las elecciones que se celebrarán en República Democrática del Congo. Tenemos el deber de ser creíbles y de estar preparados para responder a las posibles demandas de las Naciones Unidas o la Unión Africana.


Una Europa de la Defensa más fuerte participa en la consolidación de la Alianza Atlántica. En noviembre, durante la Cumbre de Riga, se abrirá un debate sobre su transformación. Recordaré el apoyo de Francia, uno de sus primeros contribuyentes, en el papel fundamental de la OTAN en tanto que organización militar y garantía de la seguridad colectiva de los Aliados, porque en ello estriba su legitimidad.

El mundo vive un periodo de crecimiento sin precedentes. La emergencia de China, India, Brasil o de las naciones de la ASEAN, la vuelta de Rusia a un puesto de primer rango y que sume este año la presidencia del G8, son el preludio de una nueva geografía económica y política. Ese mundo multipolar es un nuevo reto para Europa. Deseo que 2006 sea para la Unión Europea el comienzo de un nuevo despegue.

Al alcanzar el mes pasado un acuerdo sobre sus presupuestos, La Unión recuperó lo que siempre ha sido la fuerza del espíritu europeo: un espíritu de reunión, unidad y confianza.

La Unión Europea puede proyectarse hoy mejor en el futuro a partir de las conclusiones de la reunión de Hampton Court. Cuenta con todas las bazas para recuperar su capacidad de compromiso e iniciativa al servicio del crecimiento y el empleo. Nuestros conciudadanos esperan de Europa esa capacidad de impulso y acción como una prioridad.

Para que Europa esté a la altura de Estados Unidos y Japón, y sea competitiva respecto a los países emergentes, aumentemos las inversiones en investigación e innovación. Hemos decidido la creación del instrumento de financiación de 10.000 millones de euros, encomendado al Banco Europeo de Inversión. La rápida disponibilidad de esta ayuda será útil para conseguir nuestro objetivo. Francia desea además extender la política francoalemana sobre innovación industrial a todos los socios europeos que lo deseen.

Frente a los retos del calentamiento climático y la era post-petróleo, instauremos una auténtica política energética a escala europea. Francia presentará en próximas fechas un memorando para el Consejo Europeo de marzo.

Demos a la juventud europea todas las posibilidades para que desarrolle su talento. Reforcemos la capacidad y el atractivo de las universidades europeas. Definamos, mediante el diálogo social y una acción concertada entre los Estados miembros, los medios que permitan proteger las carreras profesionales, en especial para los trabajadores más jóvenes y los menos cualificados.

Francia sostiene la acción de la presidencia austriaca para promover, a partir del Consejo Europeo de marzo, una Europa más competitiva y social, más justa y solidaria.

Para hacer frente a los retos del mundo actual, la Unión necesita contar con instituciones más democráticas, más eficaces y transparentes. Las futuras ampliaciones hacen más patente esa exigencia porque el statu quo institucional condenaría en definitiva a la Unión Europea a la parálisis. A propuesta de Francia, se abrirá un debate sobre la estrategia global de ampliación en junio, en el marco de nuestro trabajo sobre el futuro de la Unión.

Durante el periodo de reflexión sobre el Tratado Constitucional, la celebración del Consejo Europeo de junio es un hito importante. Atentos al voto de los franceses, estamos preparando esa cita mediante el diálogo con todos nuestros socios, especialmente con la presidencia austriaca y la canciller alemana, Angela Merkel. Francia hará todo lo posible para que de ese encuentro nazcan avances concretos para Europa.

Deseo en particular que los jefes de Estado y los presidentes de Gobierno puedan adoptar las decisiones oportunas durante el Consejo para mejorar el funcionamiento de las instituciones a partir del contexto de los tratados existentes. Me refiero entre otros a tres ámbitos: la seguridad interior y la justicia, donde pueden realizarse grandes progresos , la acción exterior y la defensa de la Unión que también pueden mejorar , una mejor asociación de los parlamentos nacionales en los procesos europeos de decisión.

En la misma óptica de lo que he denominado "grupos pioneros", todos los Estados que deseen trabajar juntos deben poder hacerlo, para completar las políticas comunes o cooperaciones de los 25. Los países miembros de la zona euro tienen una predisposición natural para consolidar su integración política, económica, fiscal y social. Francia, junto a los socios que lo deseen, quiere examinar todos los medios que permitan afianzar la visibilidad e influencia de la zona euro.

En 2005, en las Naciones Unidas, se hicieron promesas a África y a los países más pobres durante la Cumbre del Desarrollo. Ahora hay que cumplirlas.

Es uno de los retos de las negociaciones actuales sobre el comercio internacional. Después de la reunión de Hong Kong del mes pasado, el objetivo de Francia es llegar a un acuerdo definitivo, ambicioso y equilibrado de aquí a fin de año. Esto conlleva nuevos progresos para integrar a los países pobres en el comercio mundial, conforme al proyecto del ciclo de Doha. También supone auténticas evoluciones en la industria y los servicios de los países emergentes, y el cumplimiento de los compromisos respecto a la agricultura.

Francia cumplirá por otra parte sus compromisos en materia de aumento de la asistencia oficial al desarrollo. Además, la conferencia de París del 28 de febrero y 1 de marzo próximos se propone avanzar en la búsqueda de nuevas financiaciones para el desarrollo. Francia ha creado ya, de modo experimental, un impuesto de solidaridad en los billetes de avión, e invita a sus socios para que unan a esta acción. Propone asignar la colecta de este primer impuesto a un mecanismo internacional para comprar medicamentos contra el sida, la tuberculosis y el paludismo. Pero debemos entender que no hay alternativa a las financiaciones innovadoras para lograr el equilibrio del mundo de mañana, porque con los presupuestos de los Estados no duplicaremos la ayuda, que es lo mínimo que se necesita para asumir nuestras responsabilidades en materia de desarrollo.

Por último, cómo no darse cuenta de que la globalización sitúa en primer plano los retos culturales y de identidad. Sepamos reconocer que, en el respeto de los valores universales y la dignidad de la persona, coexisten diversas formas de modernidad, fruto de experiencias históricas y de múltiples trayectorias culturales. Por eso, el diálogo de culturas y civilizaciones es una exigencia.

La francofonía acaba de renovar su organización. Impulsada por el presidente Abdou Diouf, afirma su vocación política. La promoción de la diversidad cultural y del multilingüismo le dan la fuerza de un nuevo impulso. La Cumbre de Bucarest del próximo mes de septiembre marcará un nuevo hito de su afirmación, y el festival francófono de Francia, de marzo a octubre próximos, expresará la vitalidad de la creación francófona contemporánea.

La inauguración del Museo de Quai Branly, el 26 de junio próximo, rendirá homenaje a esas primeras obras que son un elemento irremplazable del patrimonio de la humanidad. Con motivo de la inauguración, Francia acogerá en París la segunda Cumbre Francia-Oceanía.


Señor Nuncio Apostólico,
Señoras y Señores Embajadores,

Trabajemos juntos para construir en 2006 un mundo más seguro, más justo y más solidario, que deseamos fervientemente.

Este es el mensaje que les pido transmitan, con mis más afectuosos deseos para el nuevo año, a sus jefes de Estado y presidentes de Gobierno, y a todos los pueblos que ustedes representan aquí. A cada una y cada uno de ustedes, a sus familiares y seres queridos, a sus colaboradores, les dirijo igualmente mis más sinceros deseos de ventura y felicidad para este nuevo año.

Muchas gracias.





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