Declaración a los Franceses de Jacques CHIRAC, Presidente de la República.

Declaración a los Franceses de Jacques CHIRAC, Presidente de la República.

(Paris, 14 de noviembre de 2005)

Queridos Compatriotas:

Acabamos de vivir graves acontecimientos que han provocado considerables dramas humanos al igual que pérdidas materiales. La justicia está trabajando en ello con la mayor firmeza para esclarecer los sucesos. Se van a acelerar los procedimientos de indemnización. Quiero transmitir a todas las víctimas y a sus familiares, la pena y la solidaridad de toda la nación.

Dichos acontecimientos traducen un profundo malestar. Algunas personas han provocado incendios en los propios barrios donde residen, han quemado los vehículos de sus vecinos, de sus allegados y se han ensañado con sus colegios y zonas deportivas.

Es una crisis de sentido, una crisis de orientación, una crisis de identidad.

Y nosotros vamos a responder con firmeza, siendo justos y manteniéndonos fieles a los valores de Francia.

Frente a los disturbios de las últimas semanas, frente al sufrimiento y a los problemas de tantos conciudadanos, especialmente de los más vulnerables, la primera necesidad es restablecer el orden público. He dado al Gobierno los medios que necesitaba para actuar. En particular, he propuesto al Parlamento que prorrogue por un período ilimitado la aplicación de la ley del 3 de abril de 1955. Aquellos que dañen los bienes y a las personas deben saber que viviendo en una República no se puede violar la ley sin ser detenido, perseguido y sancionado. Quiero rendir homenaje a las fuerzas del orden, a los policías, gendarmes, bomberos, alcaldes, concejales, magistrados, trabajadores sociales, profesores y asociaciones que se han movilizado para restaurar la calma y la tranquilidad. Honran a la República.

Son muchos los franceses que tienen problemas y dificultades. Pero con violencia nunca se soluciona nada. Pertenecer a nuestra comunidad nacional implica respetar sus reglas.

Los niños y los adolescentes necesitan valores y referencias. La autoridad parental es capital. Las familias deben asumir toda su responsabilidad. Aquellas que se nieguen a hacerlo deben ser sancionadas, tal como prevé la ley. No obstante, debemos respaldar activamente a aquellas con auténticas dificultades.

Está en juego el respeto de la ley pero también el éxito de nuestra política de integración. Debemos ser estrictos en lo que se refiere a la aplicación de las reglas del agrupamiento familiar. Debemos reforzar la lucha contra la inmigración ilegal y los diferentes tráficos que genera. Debemos intensificar la acción contra las ramas de trabajo ilegal, la forma moderna de esclavitud.

Pero la adhesión a la ley y a los valores de la República pasa, obligatoriamente, por la justicia, la fraternidad y la generosidad. Eso es lo que hace que pertenezcamos a una comunidad nacional. El respeto al que todos y cada uno tenemos derecho se ve en las palabras y en las miradas, en el corazón y en los hechos. Y quiero decir a los chicos de los barrios conflictivos que, sea cual sea su origen. Ellos son hijos e hijas de la República.

No podremos construir nada duradero sin el respeto. No podremos construir nada duradero si dejamos que crezcan el racismo, la intolerancia, la injuria y el ultraje, provengan de donde provengan.

No podremos construir nada duradero sin combatir la discriminación, auténtico veneno para la sociedad.

No podremos construir nada duradero si no reconocemos ni asumimos la diversidad de la sociedad francesa. Está inscrita en nuestra historia. Es una riqueza y una fuerza.

Queridos Compatriotas:

La República tiene el deber de ofrecer las mismas oportunidades a todos allí donde se encuentren. Gracias al colegio y al trabajo de los profesores, un considerable número de jóvenes procedentes de los barrios difíciles consiguen triunfar en todos los ámbitos. Pero en algunos territorios se acumulan demasiados obstáculos, demasiados problemas. Territorios enfrentados a la violencia y los tráficos ilegales. Territorios con índices de desempleo masivos y un urbanismo inhumano. Territorios en los que los niños no están escolarizados, en los que son demasiados los jóvenes que tienen problemas para encontrar trabajo incluso cuando han conseguido buenos resultados académicos.

Es evidente que esta situación es el origen de los acontecimientos que acabamos de vivir.

Ya nos hemos puesto manos a la obra para responder a esta situación. Ya hemos hecho muchas cosas: zonas francas urbanas para devolver el empleo a los barrios, plan de renovación urbanística para sustituir las colmenas y las torres por un hábitat más humano, plan de cohesión social para derribar uno a uno los obstáculos que se ciernen sobre los más vulnerables, fuertes medidas para ayudar a las familias sobreendeudadas a salir del agujero y contrato de acogida e integración. La ley sobre el colegio entra también en aplicación: dará a cada alumno los medios para adquirir la base de los conocimientos indispensables y permitirá combatir de manera más eficaz la lacra del ilestrismo.

Además, el Gobierno acaba de tomar una serie de nuevas decisiones de cara a ayudar más a las personas y a los territorios más desfavorecidos que el resto.

Deben saber ustedes que esta voluntad política y este gran compromiso financiero de Francia no tienen parangón. Están empezando a aportar respuestas a los problemas de los barrios difíciles. Pero estamos hablando de un esfuerzo a largo plazo, naturalmente.

Ahora bien, Queridos Compatriotas, no cambiaremos las cosas de verdad a menos que todos y cada uno nos comprometamos, a menos que las mentalidades cambien profundamente.

Pertenecemos a una gran nación, por su historia, pero también por los principios que la cimientan. Una nación que brilla en el mundo.

Esta tarde, quiero decir a los franceses y francesas, especialmente a los más jóvenes, que por encima de las dudas y los problemas que todos podemos tener, debemos sentirnos orgullosos de pertenecer a una comunidad cuya voluntad es dar vida a los principios de igualdad y solidaridad y que, para ello, está haciendo esfuerzos considerables. Es una suerte pertenecer a la comunidad francesa. Todos debemos ser conscientes de ello y actuar en consecuencia.

Pero también quiero decir a todos los franceses que si queremos que este singular modelo siga vivo, si queremos que no pierda un ápice de su fuerza, no podemos transigir con algunos principios.

Como sabemos, la discriminación de todo tipo mina los fundamentos de la República. Hemos creado la Alta Autoridad de Lucha contra las Discriminaciones cuyos poderes son considerables dado que, desde ahora, podrá imponer sanciones. Pero que nadie se equivoque. Únicamente podremos triunfar en esta lucha si todos y cada uno de nosotros se compromete real y personalmente.

Empresas y organizaciones sindicales deben movilizarse también sobre el crucial tema de la diversidad y el empleo de los jóvenes procedentes de los barrios conflictivos. No se trata en absoluto de entrar en la lógica de las cuotas que, de alguna manera, señala con el dedo a los que se benefician de ella y que es injusta para los que no tienen derecho a ella. Lo que hay que hacer es dar las mismas oportunidades a los jóvenes en materia de empleo. ¿Cuántos curricula van directamente a la basura por el nombre o la dirección del interesado? En los próximos días me reuniré para tratar este asunto con los representantes de los actores sociales.

Para ayudar más y mejor a los jóvenes, especialmente a aquellos con problemas, a encontrar puesto de trabajo, he decidido crear un servicio civil voluntario en el que acompañamiento y formación vayan de la mano. En 2007, este servicio ocupará a 50.000 jóvenes.

Insto también a todos los responsables de los municipios a respetar la ley que les obliga a tener al menos un 20% de viviendas sociales. Sí, soy consciente de las dificultades. Pero nunca dejaremos atrás esta situación si no ponemos coherencia entre los discursos y los actos.

También voy a reunirme con los responsables en materia audiovisual. Los medios de comunicación deben reflejar mejor la realidad francesa de hoy en día.

Invito, además, a los jefes de los partidos políticos a asumir su parte de responsabilidad: la diversidad de Francia también debe verse reflejada en los representantes locales y en la representación nacional. Es una exigencia para dar vida a nuestra democracia.

Queridos Compatriotas:

Seamos lúcidos. Seamos valientes. Sepamos aprender de esta crisis. Todos debemos respetar las reglas, todos debemos saber que no se viola la ley impunemente. Pero sepamos también unirnos para actuar siendo fieles de los principios que hacen Francia: toda la comunidad nacional se verá entonces fortalecida.

Para ello, pueden contar con mi determinación.

¡Viva la República! ¡Viva Francia! .





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